por carolina quelotti —
El estado de Minas Gerais pagará unos US$50 diarios por cada interno de la cárcel privada, actualmente en construcción.
Domingo, 19 de junio de 2011 - BBC - Mundo
Estados Unidos las adoptó en los años ’80 y en la última década se multiplicaron en el Reino Unido y otros países europeos. Ahora, las cárceles privadas llegarán por primera vez a América Latina.
A fin de año, Brasil -el país más grande de la región- tendrá listas sus primeras dos prisiones construidas y administradas por empresas privadas.
El complejo penal de Ribeirão das Neves, en el estado de Minas Gerais, y el Centro Integrado de Resocialización de Itaquitinga, en Pernambuco, tendrán capacidad para alojar a unos 3.000 presos, respectivamente.
Ambos presidios se construyeron siguiendo el modelo de Sociedad Pública-Privada (PPP, según su sigla en portugués y en inglés), un formato desarrollado por el gobierno británico que permite usar capital privado para pagar por infraestructura pública.
De acuerdo con sus impulsores, una de sus principales ventajas es que permite financiar obras costosas, evitando que el Estado tenga que realizar millonarias inversiones iniciales.
Además, los adherentes de este sistema sostienen que fomenta un mejor servicio ya que las empresas privadas tienen incentivos económicos para realizar bien su tarea.
Sin embargo, los detractores aseguran que ocurre lo contrario, y cuestionan el hecho de que las funciones y responsabilidades del Estado estén en manos privadas.
Sin embargo, los detractores aseguran que ocurre lo contrario, y cuestionan el hecho de que las funciones y responsabilidades del Estado estén en manos privadas.
Tal es la postura de la Pastoral Carcelaria de Brasil, que criticó las nuevas cárceles privadas asegurando que "la empresa entra para tener lucro y los presos son usados para eso".
¿Un incentivo para arrestar?
La institución religiosa no es la única que cuestiona las cárceles privadas. Algunos críticos temen que convertir los establecimientos penitenciarios en un negocio puede incentivar el arresto de personas.
La institución religiosa no es la única que cuestiona las cárceles privadas. Algunos críticos temen que convertir los establecimientos penitenciarios en un negocio puede incentivar el arresto de personas.
El estado de Minas Gerais anunció que pagará 75 reales (cerca de US$50) diarios al consorcio brasileño Gestores Carcelarios Asociados por cada preso que aloje en la cárcel que construye en la periferia de la capital estatal, Belo Horizonte.
No obstante, Marcos Siqueira Moraes, responsable de la Unidad de PPP del gobierno de Minas Gerais -que lleva a cabo el proyecto de la prisión nueva- le aseguró a BBC Mundo que se trata de un debate sin sentido debido a que el Estado ya sufre por una sobrepoblación carcelaria.
En efecto, Brasil es uno de los países con mayores problemas de hacinamiento carcelario del mundo. De acuerdo con datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), unas 470.000 personas cumplen condenas en presidios que tienen capacidad para albergar a 300.000 reos.
Según Siqueira Moraes, cárceles privadas como la de Ribeirão das Neves ayudarán a paliar esta situación y además ofrecerán una mejor calidad de servicio a los presos.
La experta en seguridad chilena Lucía Dammert está de acuerdo.
"Si bien es válido cuestionar si las cárceles privadas incentivan más arrestos, en América Latina, donde hay -en promedio- el doble de prisioneros que camas en las cárceles, lo más seguro es que este sistema no aumentará la tendencia a arrestos", dijo a BBC Mundo.
Dammert también señaló que existen evidencias de que las cárceles privadas ofrecen "mejores condiciones" para los internos, aunque agregó que los niveles de reincidencia se mantienen igual que en las prisiones comunes.
¿Quién es responsable de la seguridad?
Tanto Chile como Brasil ya tienen cerca de una decena de cárceles "concesionadas" -o "tercerizadas"- en las que varios de los servicios que se brindan –salud, alimentación, educación, entre otros- están en manos de empresas.
Pero las nuevas cárceles privadas de Minas Gerais y Pernambuco serán las primeras en las que la seguridad también será responsabilidad de una compañía.
Sin bien el Estado estará a cargo de vigilar el perímetro externo de los establecimientos y de trasladar a los reos, la vigilancia dentro de los presidios quedará en manos de las empresas que las manejen.
¿No está incumpliendo el Estado su papel de garante de la seguridad si delega esa función a una entidad comercial?
No, según Siqueira Moraes.
"El Estado nombrará al Director de Seguridad de cada una de las unidades del complejo y ellos serán responsables por los prisioneros", afirmó.
Las prisiones privadas contarán con más tecnología, por lo que harán falta menos guardias: en las cárceles públicas hay uno por cada 2.5 prisioneros, en las privadas habrá uno por cada 3.5 o 4.
Más caro, más seguro
Pero estos beneficios que ofrecen las cárceles privadas tienen un costo. Según Dammert, los prisioneros retenidos en estos recintos le cuestan al Estado aproximadamente el doble de lo que se invierte por un reo en una cárcel común.
"Por ahora esta cárcel será una experiencia de prueba, si tiene éxito quizás adoptemos el sistema"
Siqueira Moraes admite que hay una diferencia en el costo, aunque advierte que en Brasil los gastos que realiza el Estado para mantener a su población carcelaria ya son altos.
"La sociedad tiene que decidir: ¿cuál es la mejor manera de invertir este dinero?", señaló.
Para el funcionario, las cárceles privadas podrían solucionar un problema histórico que tiene el país: el nivel de criminalidad y corrupción que existe dentro de los presidios.
Una gran parte del crimen organizado es coordinado desde los mismos establecimientos penitenciarios, dominados por los jefes del narcotráfico.
Las nuevas cárceles están diseñadas para minimizar el contacto y la comunicación entre bandos. Además, las empresas deberán cumplir con una serie de normas –o "indicadores"- de cuya aprobación dependerá el 20% de los ingresos que reciban del Estado.
Entre los más de 400 indicadores se estipula la prohibición de que los presos usen teléfonos celulares, la herramienta más usada para organizar crímenes.
"Por ahora esta cárcel será una experiencia de prueba, si tiene éxito quizás adoptemos el sistema", expresó el funcionario.
Fonte: BBC Mundo
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